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Alemania entró en 2017 bajo enormes medidas de seguridad

Alemania entró 2017 entre enormes medidas de seguridad, especialmente en Berlín, donde centenares de miles de personas festejaron ante la Puerta de Brandeburgo, y en Colonia, donde un contingente policial reforzado veló por impedir cualquier desorden, tras el caos de abusos sexuales del año anterior.

Bloques de hormigón, vehículos policiales y cámaras de vídeo vigilancia marcaron la entrada en el nuevo año en Berlín, donde una vez más tuvo lugar la más multitudinaria celebración del país, pese al impacto dejado por el atentado terrorista del 19 de diciembre contra un mercadillo navideño de la capital alemana.

En Colonia, 1.500 policías velaron por el orden, especialmente en las inmediaciones de la catedral y la estación central de ferrocarril, tras las situaciones de acoso, abuso sexual y robos masivos a mujeres registradas en las celebraciones del pasado Año Nuevo y cometidas principalmente por inmigrantes norteafricanos.

La Policía detuvo preventivamente a varios centenares de personas en las inmediaciones de la estación y se registraron asimismo unos 300 controles de identidad en trenes que se dirigían a Colonia, ante la presencia sospechosa de grupos numerosos de norteafricanos.

Las autoridades colonesas ordenaron la instalación de decenas de cámaras de vídeo en toda la zona de la catedral y la estación, donde quedó prohibido el lanzamiento de fuegos artificiales, mientras que desde la central de la Policía se seguía en directo las imágenes.

El jefe de la Policía de Colonia, Jürgen Matthies, había advertido que se actuaría con contundencia ante cualquier conato de violencia y se redobló aún más el de por sí férreo dispositivo de seguridad, tras el atentado de Berlín, con doce muertos y medio centenar de heridos.

En lugar de fiesta con pirotecnia, en la plaza de la catedral se preparó una instalación de luces a cargo del artista Philipp Geist, que fue seguido por unas 50.000 personas y que pretendía dar un mensaje de paz y humanidad.

Muy distinta fue la celebración en la capital alemana, en que sí se hubo enormes juegos artificiales, tanto en el recinto junto a la Puerta de Brandeburgo, de un kilómetro de largo, como en el resto de la ciudad.

De acuerdo a la tradición berlinesa, toda la ciudad quedó bajo el fragor de la pirotecnia, organizada en el caso de las inmediaciones del emblemático monumento -a cuyo recinto que no se podía acceder con artículos pirotécnicos propios- o de forma espontánea, en el resto de la capital.

Las medidas de seguridad se habían doblado asimismo en Fráncfort, capital banquera y financiera, así como en Múnich y otras grandes ciudades del país.

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