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Acuerdos comerciales de Estados Unidos, en vilo con Donald Trump

Un eje de la campaña del presidente electo de EEUU, Donald Trump, fue su crítica frontal a los acuerdos internacionales de libre comercio, como el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) y el de Libre Comercio de Norteamérica (TLACN), por lo que la incertidumbre sobre su futuro es total.

Trump ha asegurado que el TPP, firmado este año entre EEUU y once naciones de la cuenca del Pacífico, es «el peor acuerdo de la historia»; y el TLCAN, «ha destruido nuestro país», por lo que ha prometido retirarse del primero y renegociar el segundo.

El TLCAN, sellado en 1994 bajo la presidencia de Bill Clinton, agrupa a los 530 millones de consumidores de Canadá, EEUU y México.

De acuerdo a sus estatutos, para salirse de este tratado EEUU debería notificar a sus socios con seis meses de antelación su intención.

Sobre el TPP, aunque fue firmado por el presidente estadounidense Barack Obama, aún debía ser ratificado por el Congreso, algo que no ha ocurrido, de momento, por lo que el proceso es más sencillo.

Lo cierto es que «el presidente tiene todas las atribuciones para renegociar o salir de los acuerdos comerciales internacionales», indicó Gary Clyde Hufbauer, ex funcionario del Tesoro y actual investigador del centro de estudios del Peterson Institute for International Economics (PIIE).

Si Trump cumple sus promesas proteccionistas, que incluyen la imposición de un arancel de 45% a los productos procedentes de China y 35% a los de México, las consecuencias serán inevitables.

«Habrá represalias, sin duda. Las empresas estadounidenses tendrán problemas para vender sus productos. Habrá (aviones de) Boeing que no serán vendidos», dijo Hufbauer en una conferencia.

El propio PIIE elaboró un estudio durante la campaña electoral en el que advertía que las propuestas comerciales de Donald Trump podrían implicar la destrucción de más de 4 millones de empleos en el sector privado del país y provocar una recesión en 2019.

Desde Moody’s, también se ha planteado los efectos negativos especialmente en los sectores de automóviles, petróleo y tecnología, que están muy integrados en las cadenas de suministro globales.

Sin embargo, esa agencia de calificación de riesgo reconoce que será positivo para industrias que han encarado una severa competencia de importaciones, como el acero y manufactureras.

Trump, por su parte, ha insistido en que su plan económico y comercial estará basado en generar empleos en EEUU y revocar la tendencia a deslocalizar trabajos fuera del país por parte de las grandes empresas como parte del proceso de globalización.

Otros expertos, como Alan Deardorff, profesor de Economía de la Universidad de Michigan, apuntó la posibilidad que «los miembros del aparato del Partido Republicano en el Congreso, que se han mostrado a favor de estos acuerdo, aconsejen a Trump moderar» su agresiva agenda comercial.

Desde los sindicatos de EEUU, la reacción a la victoria de Trump ha sido cauta.

«El presidente electo ha hecho promesas durante la campaña sobre comercio, la revitalización del sector manufacturero y de nuestras comunidades. Trabajaremos para que muchas de esas promesas se hagan realidad», dijo Richard Trumka, presidente de la AFL-CIO, la principal asociación gremial de EEUU en un comunicado.

«Por demasiado tiempo», agregó, «las élites políticas han abrazado políticas que rebajan los salarios, aumentan la desigualdad, disminuyen las oportunidades y envían puestos de trabajo al extranjero».

Trumka respaldó a la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton durante la campaña electoral y participó activamente para pedir el voto para la ex secretaria de Estado.

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