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La muerte de Peres, último padre fundador, sume a Israel en un duelo nacional

El expresidente y Nobel de la Paz Simón Peres falleció este miércoles a los 93 años, dos semanas después de sufrir un accidente cerebrovascular, y su muerte ha sumido a Israel en un estado de duelo nacional por quien era considerado el último de sus «padres fundadores».

Peres, que estuvo al frente de la política nacional israelí durante cinco décadas, en la que se inició con 18 años, sucumbió de madrugada a un letal derrame cerebral que sufrió el pasado 13 de septiembre.

«Hoy, con gran tristeza, debemos despedirnos de nuestro querido padre, el noveno presidente de Israel, Simón Peres», fue el escueto anuncio oficial de la familia que a las 7:00 de la mañana, confirmaba las informaciones que ya circulaban por los pasillos del hospital desde dos horas antes.

Sereno y breve, Jemi Peres, hijo del ex presidente, describió a su padre como «uno de los padres fundadores del Estado de Israel», declarado en 1948 por David Ben Gurión, de quien el dirigente fallecido hoy fue su mano derecha.

«La pérdida que sentimos hoy pertenece a todo (el pueblo de) Israel, todos compartimos el dolor», subrayó.

Y efectivamente, la sensación de luto se transformó inmediatamente en un aluvión de comunicados de políticos -de izquierda y derecha por igual- e instituciones oficiales y no oficiales, mientras las emisoras de radio rebajaban sus decibeles a melódicas canciones generalmente reservadas para los días de duelo nacional.

Igualmente, los preparativos para el funeral de Estado que se oficiará como exequia póstuma, pese a que no ejercía ningún cargo oficial desde 2014, se han intensificado conforme llegaban las confirmaciones de participación de dirigentes extranjeros.

Una veintena de jefes de Estado y de Gobierno, representantes de casas reales, ministros y diversos cargos oficiales han confirmado su llegada, según el Ministerio israelí de Exteriores, aunque la lista no está cerrada aún.

Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Australia, Canadá y al menos otros 10 países estarán representados al máximo nivel el próximo viernes en el cementerio del Monte Herzl, lugar de sepultura de los «Grandes de la Nación» en Israel.

En el plano internacional, hoy era valorada su talla de estadista e impulsor del diálogo de paz con los países vecinos y su incansable optimismo.

En Israel Peres será recordado por su contribución a la seguridad del país a través de proyectos como el reactor nuclear de Dimona, la supremacía de su Fuerza Aérea, entre decenas de proyectos, así como por no haber podido ganar con claridad unas elecciones.

Muy lejos de las alturas políticas está Jalil Zabarda, conocido jeque de la ciudad árabe israelí de Lod y quien se desplazó a primera hora hasta el hospital para rendir tributo al expresidente, a quien conocía desde los años ochenta, cuando era militante del Partido Laborista.

«Hemos perdido a un gran hombre. Hemos perdido a un hombre de paz, recto, que alentaba a la conciliación entre judíos y árabes. Siento hacia él un respeto inmenso», afirmó en declaraciones a la agencia de noticias EFE, e instó a todos a seguir su ejemplo por la «convivencia» y la «paz».

Una convivencia que en los pasillos del hospital Shiva de Tel Hashomer parecía ayer más que posible, a juzgar por el común interés de curiosos judíos y árabes por el estado de Peres.

Después de dos semanas de un cauto optimismo por parte de los facultativos, el estado del ex presidente israelí empeoró el martes, cuando los indicadores vitales mostraron los primeros signos de debilidad y los médicos constataban que el daño cerebral era ya «irreversible».

Pero no fue hasta las 5:00 de la mañana cuando los primeros médicos empezaron a filtrar la información a los medios de comunicación que esperaban en la entrada de la planta baja.

«Falleció pasadas las 2:00 de la madrugada por un fallo multiorgánico», confirmó a EFE uno de ellos encogiéndose de hombros.

Su médico personal y yerno, Rafi Valden, señaló que «nos ha dejado sin sufrir», en alusión a que en las 12 horas previas el ex presidente había perdido ya toda conciencia.

Sobre el cauto optimismo de las primeros días, el neurocirujano Daniel Paliacov, que tuvo a Peres bajo su cuidado, indicó que «éramos optimistas. Creímos que podría llegar a la fase de recuperación».

Pero el cirujano reconoció a EFE que en una unidad de cuidados intensivos «lo que un minuto es cierto, al siguiente puede dejar de serlo».

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